1871 DZP necesita atención. Se queja continuamente; con razón, la criatura, ora las ruedas, ora las luces, todo ha sido atendido, ¡Gracias a Dios! y como culminación de mi atención y mimos a DZP ¡lo he llevado a limpiar!
A las once lo llevé, como concertamos previamente el chaval del lavadero y yo.
- ¿A qué hora lo recojo?
- A las 12.30 ¡exactamente!
- Pero…
- No hay aparcamiento, si no viene a la hora en punto será un problema…
- Bueno, bueno… comprendo. Aquí estaré.
¿Que hago yo, hora y media sin DZP?
Mi mente que iba por su lado trayéndome todas las penurias del mundo, para amargarme la existencia. Mi cuerpo con los biorritmos un tanto lentos y Yo por otro lado intentando establecer una coordinación armónica entre tiempos medios y tareas, formábamos un conjunto interno tan turbulento que el entorno exterior parecía totalmente ajeno. ¡Ya! a esto se le viene llamando colgaera. Qué se la va a hacer, habrá que aceptarlo.
Consigo distraer mi mente con un cálculo matricial para establecer la optimización de la situación, decretando lo siguiente:
1º Busco una cafetería con terracita.
2º Me tomo un café.
3º Hago la lista de la compra.
4º Compro.
5º Recojo a DZP.
¡Genial!
Encuentro la cafetería adecuada, con la terracita, que reunía todas las condiciones. Incluso me daba el sol, que salía tímidamente entre nubes, que después se disiparon. ¡Bien!
Ataviada como si de la Antártida se tratara, sin duda, afectada por el microclima canalla del Pozo y sin contar con el regalo del sol, empiezo a notar una sensación novedosa de no frío.
Me dispongo a concentrarme para ver qué voy a necesitar durante la próxima semana, con el objeto de hacer la compra con recato... cuando noto un silbato pertinaz que llama poderosamente mi atención. Levanto la mirada y ¿qué encuentro?… un partiasso de baloncesto de ¿Alevines? ¿Infantiles? No se muy bien, pero eran muy, muy pequeños (literal).
¡Esa infraestructura! su mesa arbitral, su arbitro, su cancha reglamentaria. ¡Esas equipaciones! ¡Esos padres entregados! ¡Santísimo Cristo de la Yedra! Cruzar la pista botando el balón ya suponía todo un reto; encestar impensable…. La NBA tendrá que esperar, voluntad y entusiasmo hay; pero hacer cantera… ¡Va a costar! (JAJAJAJAJAJAAJA)
¡Esa infraestructura! su mesa arbitral, su arbitro, su cancha reglamentaria. ¡Esas equipaciones! ¡Esos padres entregados! ¡Santísimo Cristo de la Yedra! Cruzar la pista botando el balón ya suponía todo un reto; encestar impensable…. La NBA tendrá que esperar, voluntad y entusiasmo hay; pero hacer cantera… ¡Va a costar! (JAJAJAJAJAJAAJA)
Entre el sol, el cafelillo caliente y la desesperación del partido… La sensación de no frío se convirtió en calor. ¡Me voy! Como una exhalación me levanto (con lo bien que estaba en la terracita tomando en sol) pago y me dispongo a cumplir el punto 4. Pero... ¿para qué voy a ir a comprar antes de ir a por DZP?, a la velocidad del rayo reestructuro el plan previsto; mejor lo recojo y después compro. Pero... aún falta una hora… ¡Voy a dar un paseo!
Lo menos siete vueltas le di al barrio vip, no quería alejarme demasiado del entorno, a ver si después de todo voy a llegar tarde a recoger a DZP, ¡Capáz soy! (JAJAJAJAJA) Observé lo bonito que estaba, había grandes zonas de jardines llenos de céspedes. En el ambiente mañanero lo que más abunda son jóvenes padres y madres paseando con sus preciosos retoños, muy bien abrigaditos, deportistas con equipaciones de toda índole y gente comprando en una gran variedad de tiendas.
Ni que decir tiene, que como fondo espectacular disfrutamos de un cielo, ya sin nubes; azul, un sol radiante y Sierra Nevada preñada de nieve. ¡Impresionante!
Hice una selección de tiendas para ver cual de ellas me llamaba más la atención y el premio se lo llevó una pequeña frutería que parecía de juguete ¡que cosa más bonita! las frutas todas ordenaditas muy limpitas, expuestas en la puerta, una pizarra negra con las ofertas del día anotadas con tizas de colores, todo muy sencillo lleno y de color. Un toldito que coronaba el escenario con un letrero que ponía; FRUTERIA ¡obviamente!
Me senté un rato en el parque entre naranjos, (ahora con naranjas) y pensé;
¡que agradable es todo!
Con una sonrisa de oreja a oreja, más feliz que un niño con zapatos nuevos, fui a recoger puntualmente a DZP, ¡Dios, parecía otro! ¡Que bien le había sentado el baño!
- ¿Cuanto es?
- 30€
- ¿ein?
La sonrisa se tornó, en esa expresión de gilipollez congénita que me caracteriza cuando surge algún desafortunado imprevisto; ¡me había gastado el disponible de todo el fin de semana, en DZP!
¡OH MY GOOD!
¡OH MY GOOD!