(Es el colacao desayuuuuuuuno y meriendaaaaaa………….. Ideal)
Cómo decirte de qué manera interactúas en mi vida…
Siempre lejos, pero; ¡tan cerca!
Cuando hablo contigo, mi mente inquieta encuentra sitio.
La suerte de un loco, es dar con otro:
Tú eres mi suerte.
Sensibilidad, dulzura, rigor, elegancia, independencia, libertad, capacidad, inquietud, respeto, sentido del humor, son algunas de las vertientes en las cuales muestras tu inteligencia y en las que mi azarosa existencia encuentra un confortable nido de plumas.
Cómo decirte, estimado amigo; ¡cuanto te quiero!
Feliz Cumpleaños.
(Los problemas climatológicos propios del pozo impiden que este regalito llegue a tiempo, lo siento)
viernes, 12 de marzo de 2010
lunes, 8 de marzo de 2010
Yo pensaba que ni siquiera me escuchaban.
Como estoy tan ocupada; ocupadísima, cuando llega el viernes no puedo con mi alma. Aunque pongo el despertador a las cinco de la mañana, el viernes me desperté a las ocho menos cuarto. ¡Jesús María y José! Mi cuerpo que tarda en coger ritmo, mi cabecica como siempre dando la tabarra. Ni zumito, ni café con tostadas sentadita viendo cosillas en intené… el día echao, vaya. Una ducha rápida el modelaje sin estudio y a la calle. ¡Fatal desenlace!
En ocasiones y debido a mi incontinencia verbal, les comento a mis alumnos/as batallitas de mi recóndita experiencia. Unos días antes les había relatado con cierto tono de reproche, que en mis tiempos de estudiante (Colegio de monjas):
1º Entrábamos en fila, después de cantar el himno del colegio.
2º Cuando entraba el profesor a la clase, ya estábamos todas sentadas en nuestros pupitres nos poníamos en pié con diligencia y saludábamos convenientemente.
3º Cuando nos pasaban lista teníamos que levantarnos a la vez que exclamábamos con ímpetu; SERVIDORA, VIVA LA DIVINA INFANTITA.
Ahora yo llego la primera. Tengo que esperar a que se saluden entre ellos. Y cuando tienen a bien; empezamos la clase. Lista, paso yo de forma visual, no es cuestión de interrumpir sus afectos matutinos.
Bien, el viernes y sin que sirva de precedente, cuando llegué ya habían tenido lugar todos sus ritos. Estaban todos sentaditos y cuando entré ¿que creéis que hicieron?... Sí, se levantaron y vitorearon sin pudor ¡Servidores Viva la Divina Infantita!
¿No son un encanto?
En ocasiones y debido a mi incontinencia verbal, les comento a mis alumnos/as batallitas de mi recóndita experiencia. Unos días antes les había relatado con cierto tono de reproche, que en mis tiempos de estudiante (Colegio de monjas):
1º Entrábamos en fila, después de cantar el himno del colegio.
2º Cuando entraba el profesor a la clase, ya estábamos todas sentadas en nuestros pupitres nos poníamos en pié con diligencia y saludábamos convenientemente.
3º Cuando nos pasaban lista teníamos que levantarnos a la vez que exclamábamos con ímpetu; SERVIDORA, VIVA LA DIVINA INFANTITA.
Ahora yo llego la primera. Tengo que esperar a que se saluden entre ellos. Y cuando tienen a bien; empezamos la clase. Lista, paso yo de forma visual, no es cuestión de interrumpir sus afectos matutinos.
Bien, el viernes y sin que sirva de precedente, cuando llegué ya habían tenido lugar todos sus ritos. Estaban todos sentaditos y cuando entré ¿que creéis que hicieron?... Sí, se levantaron y vitorearon sin pudor ¡Servidores Viva la Divina Infantita!
¿No son un encanto?
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